¡Ay madre qué lío! No hago más que leer cosas acerca de los priones que se contradicen unas con otras. Vengo a que me saquéis de la confusión. Pongo la entrada fuera de «Qué es un virus», que bastante tenemos ya allí montado como para añadir esto en el mismo sitio. Al final del artículo comentamos una aplicación de reverse genetics, por cierto. Os cuento.
Vamos a ver: se supone que los priones son proteínas (glucoprótidos, pues se anclan a la membrana) que modifican su estructura de tal modo que adquieren plegamientos espaciales muy ricos en lámina beta. La modificación parece estar producida al oligomerizarse, es decir, alcanzan niveles energéticos muy bajos que favorecen una inmensa estabilidad, de hecho, son inmunes a los ataques de proteasas. ¡OJO! No existe ninguna mutación en el gen que codifica el prión, el cambio es post-traducción, es decir, estructural.
La estabilidad que mencionábamos provoca que se acumulen en el sistema nervioso, de ahí su consideración de patógeno: producen el síndrome de encefalopatía espongiforme transmisible (EET). Vale, hasta aquí la teoría, que es muy bonita, pero francamente, luego empiezo a encontrar más datos y la teoría puede irse por donde ha venido… voy a intentar ordenarlo un poco. Sigue leyendo